lunes, 2 de septiembre de 2013

Jerarquia e inteligencia


La jerarquía e inteligencia en el mundo de los perros.

 

La idea de jerarquía dentro de una manada nos ha seducido a todos alguna vez. Ciertamente, si observamos un grupo de perros vemos que hay algunos más dominantes que otros, otros son más tranquilos, otros más juguetones. Pero, ¿es posible la jerarquía dentro de una manada de perros? La respuesta rápida es que no, y cuando analicemos lo que es la jerarquía nos daremos cuenta de que no es posible, por lo menos como la entendemos.

La jerarquía es una forma de organizar una sociedad en base a unos principios morales impuestos por la cúspide de esa sociedad, que suele tener una estructura piramidal. El ejército es una sociedad jerárquica, igual que la iglesia o un club de futbol. Debemos, y ese es el espíritu de una jerarquía, aceptar las normas, tanto organizativas como morales de ese grupo, si queremos pertenecer a esas sociedades.

En el mundo de los perros eso no se da. Pero sí se organizan siguiendo los mismos parámetros que nosotros, los humanos, juntándose en grupos de individuos que tienen un carácter compatible, y según los recursos que se encuentren en el entorno. No necesitamos mirar muy lejos de donde estamos para darnos cuenta que nuestro grupo está formado por gente con la que nos llevamos bien. Los perros también eligen sus amistades entre individuos con los que se llevan bien. Y tiene su explicación: el perro es un animal gregario que necesita al grupo para poder cazar su alimento y defenderse de sus depredadores. (Es curioso ver como a los perros les gusta correr junto a otros perros. Si tienes perro deberías experimentarlo si no lo haces) Para los perros, la unión hace la fuerza, y como veremos, en el mundo de los perros rige la ley del más fuerte.

Los caracteres básicos del perro son tres. Se denominan dominancia, sumisión e independencia.  La personalidad de cada perro depende del porcentaje que le aporte cada carácter. El perro equilibrado es el que armoniza los tres caracteres. Estos grupos y la forma de equilibrar a un perro están explicados en la anterior entrada.

Los perros forman un grupo, no una manada, pues esta tiene connotaciones familiares, que en los perros se pueden dar o no, depende de las circunstancias. Un grupo puede formarse con individuos de distintas razas, sin que haya ningún vínculo familiar entre ellos. Y no hay ningún ordenamiento moral que agrupe a los individuos, solamente la compatibilidad de caracteres, por lo que habrá que estar muy atento se teniendo perro queremos adoptar otro. Actúan según las circunstancias, y muestran el carácter según la situación, dominando, por este orden, el más fuerte físicamente, el de más fuerte carácter o el más inteligente. Siempre compiten por los recursos si merece la pena. Si tenemos un grupo de 10 perros, y les damos carne cruda de comer en un montón, el perro más fuerte peleará para comer el primero. Pero si en vez de una comida muy palatable les damos pienso seco, el perro más fuerte se mostrará indiferente ante la comida, si no tiene hambre.  Lo mismo pasa si les encerramos juntos en un chenil. Si metemos a dos perros de carecer fuerte en el mismo sitio es posible, o seguro, que se pelearán por el rincón más confortable. Por lo que a la hora de adoptar un segundo perro debemos compatibilizar esos caracteres: si nuestro perro es dominante, busquemos uno sumiso, si es sumiso, otro sumiso o equilibrado. El perro independiente suele ser desobediente, “va a su bola”. Si queremos adoptar un perro dominante, de carácter fuerte, debemos estar preparados para corregir conductas agresivas en cuanto lleguemos a casa. Lo mejor que podemos hacer a la hora de adoptar un perro es dejarnos aconsejar por un experto.

Cuando observamos estas conductas nos puede parecer que se está estableciendo un principio de jerarquía, pero no es así. Es simplemente la ley del más fuerte.

Pero, ¿se puede encontrar algún tipo de organización social dentro de un grupo de perros? Sí. Y aquí es donde entra el concepto de “líder”.

En un grupo de perros no hay un líder absoluto. El humano que vive con ellos no es líder, es el más fuerte, o debería serlo. Y ellos siguen la ley del más fuerte. Pero a veces desobedecen por diversas razones. Ya hemos comentado que el perro puede mostrar agresividad o indiferencia según el alimento que le ofrezcamos. Esto nos hace deducir que “eligen” según sus gustos o necesidades. De la misma forma, el estado de calma y sumisión sólo se manifiesta cuando el perro quiere. Ese estado de calma es el que muestra si no tiene nada mejor que hacer, cuando no recibe ningún estímulo o simplemente cuando no le interesa la actividad que se está desarrollando. Pero en determinadas circunstancias se convierten en seguidores, si hay un estímulo positivo que lo provoque, por ejemplo cuando a un “venakí” le añadimos un “toma” mostrando un premio. Ellos se suman a esa actividad que alguno ha propuesto, como un “hevistounconejo”, dependiendo de que les parezca buena idea o no, como sucede en el tiro de perros del mushing o en los grupos de caza de las realas. No es un auténtico liderazgo, pues esto significaría que existe una jerarquía, y ya hemos visto que no.

Los perros se juntan en grupos de individuos con caracteres compatibles, entre ellos se crean lazos de compañerismo y colaboran en la búsqueda de recursos y en la defensa del grupo. (Instintivamente se colocan en formación de caza cuando detectan una posible presa, formando un semicírculo que trata de rodearla cortándole las salidas, y cada uno ocupa su puesto permaneciendo al tanto de las reacciones de los otros miembros del grupo) Pero no se establece ninguna relación de liderazgo. En esta formación de caza el más fuerte o el más audaz inicia el ataque y los demás se suman. Un grupo de perros es una anarquía a la que cada uno aporta según su fuerza, carácter o inteligencia.

Y es precisamente en esa ausencia de seguidismo en donde deberíamos buscar rasgos de inteligencia en el perro. Si un perro elige hacer una cosa o no hacerla, de hacerla de una manera o de otra, de proponer alguna actividad como el juego, la caza, el paseo, es señal de que en su cerebro hay un proceso mental de discriminación de conductas y de actividades, lo que es un indicio de pensamiento abstracto. Si me paro a pensar que hacer y visualizo la acción, es signo de que soy capaz de imaginar, y por lo tanto de pensar y razonar.

¿Y de comunicarse? A razonar se aprende, y a comunicarse también, y eso lo sabemos muy bien los humanos, aunque nuestro pecado sea tratar de racionalizarlo todo. El aprendizaje del lenguaje es eso, aprendizaje. Porque una cosa es la razón y otra el racionalismo. Y los perros necesitan un código para poder expresar sus deseos.

Ese código podemos (y debemos) enseñárselo nosotros.

 

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