martes, 17 de septiembre de 2013

Plan de Educación Básica.


 Se realizará en dos partes de 3 horas cada una. Para más información rellenar el formulario de contacto.


             parte

      

  • Teoría. Breve introducción a la comunicación con los perros.
  •  Introducción al “Pischt” como refuerzo negativo.
  • “Ven aquí” y “Quieto”. Introducción al paseo suelto.
  • Recibir visitas.
  • Dar la pata. Introducción a pedir cosas.
  • Juego de la pelota.

  

 

    2º parte

 

·         Paseo con correa y suelto.

·         “Sientate” y “tumbate”

·         Agresividad con la comida.

·         Pedir cosas. Taller de trucos.

·         Juego de pelear. Introducción al entrenamiento avanzado, según perro.

 

 

    Cada parte durará de 3 a 4 horas y se podrá hacer por la mañana y por la tarde o dos días seguidos.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Status y Rol, o como ser líder de la manada.

Los individuos que se organizan en grupos sociales ocupan distintos status dentro de ese grupo dependiendo de lo que aporten a ese grupo.
El status más elevado es el del proveedor de recursos y por debajo de él, todos los demás.
Según ese status, el proveedor (o proveedores) de recursos, que llamamos líder porque todos se preocupan de estar cerca de él, suele mostrar una actitud dominante con respecto a los otros miembros del grupo, que ocupan puestos más o menos cercanos dependiendo de su carácter. A carácter más fuerte, más cerca del líder. Esa actitud es su rol.
Podríamos pensar que hay una jerarquía, pero no es así, ya lo hemos explicado en una entrada anterior. Es sólo una cuestión de status.
El status es el rango que un individuo ocupa dentro de un grupo. Pero a diferencia con una disposición jerárquica, no es él el que decide estar ahí, es el resto del grupo el que le coloca ahí. A superior status, más responsabilidad. Y la principal responsabilidad es ejecutar un rol adecuado. Status = escala social.
El rol está formado por todas aquellas responsabilidades propias al status, y que deben ser asumidas por el individuo que ostenta ese status. Según ese status, el grupo concede determinadas licencias tanto a los individuos de la parte alta como de la parte baja. 
Y como hemos dicho más arriba, la parte más alta es la del proveedor de alimentos, y la más baja, la de los cachorros. Rol = derechos y deberes según el status.
 
No debemos humanizar nuestra relación con los perros, simplemente por que ellos son perros y nosotros humanos, no somos ni más ni menos, solamente distintos. Tratar de establecer una jerarquía con los perros es un error, pero sí hay que mantener una relación de status con ellos. Y no es por ningún Ego clasista ni nada parecido, es simplemente por crear un hábitat adecuado para ellos. Para facilitar su crecimiento interior hay que proporcionarles un hogar seguro, en el que el alimento, el abrigo y el cariño no falten, y en el que se puedan acoger a la seguridad de un “líder” fuerte. Además, dejemos la hipocresía fuera. La mayoría de los defensores más fanáticos de los perros los sacan a pasear con cadena y algunos con bozal. Será porque no se fían de ellos. (O por las ordenanzas municipales, claro         )

 
El artículo 5º de la declaración universal de los derechos del animal dice en su apartado a:
Todo animal perteneciente  una especie que viva tradicionalmente en el entorno del hombre, tiene derecho a vivir y crecer al ritmo y en las condiciones de vida y de libertad que sean propias de sus especie.
 
Y esto incluye a los perros.
 
Una familia humana en su relación con sus perros, es un grupo que debe estructurarse de forma natural. La parte alta del grupo debe estar asumida por el proveedor de alimentos, estando el perro en el status de cachorro, dándole más responsabilidades según vaya creciendo, hasta ocupar el puesto inmediatamente inferior al proveedor de alimentos. No quiere decir esto que debamos anteponer el perro a cualquier miembro de la familia, precisamente queremos decir todo lo contrario. El perro debe asumir que no está por encima de nadie dentro del grupo, y también que no necesita pelear para conseguir ningún tipo de derecho social. Todo esta concedido de antemano. Así entenderá que no tiene que atacar a nadie que se siente a nuestro lado, que no tiene que pelear por la comida o por juguetes, que no tiene que marcar territorialmente ningún sitio de la casa, etc.
Cuando adoptamos un perro, deberíamos tener en cuenta esa disposición natural a la asunción de un determinado status, así como la querencia a ascender en la escala social. Esa querencia obedece al natural desarrollo psico-emocional de cualquier individuo, independientemente de su especie. No podemos pretender que un humano siempre sea un niño, ni que un perro siempre sea un cachorro. El perro también debe superar unas fases psicológicas que son producto de su desarrollo mental.
Al adoptar un perro debemos tener en cuenta sus necesidades como individuo, y nosotros somos los responsables de dárselas. Y esas necesidades no es sólo comida y cama, también todas las relativas a su desarrollo psico-emocional.
Los perros tienen derecho a ser adultos. Y nosotros la obligación de facilitárselo.
Convivir con un perro adulto es una experiencia casi religiosa. Un perro adulto conoce su función dentro del núcleo familiar, las labores que debe realizar, defiende a los individuos más débiles y al entorno, es un buen compañero de juegos. El perro adulto es un buen psicólogo, no sólo capta nuestros cambios de humor, si no que nos ayuda a superar los estados negativos de la mente. A nosotros nos gusta echarnos unas risas de vez en cuando independiente mente de la edad, los perros siempre estás dispuestos a echarse unas risas. Esa disposición la podemos utilizar para realizar actividades lúdicas, deporte, juegos, o simplemente compartir el tiempo.
Muchas veces pensamos como caer bien a la gente. Pues se puede ejercitar esta cualidad “cayéndoles bien” a los perros. Los perros reaccionan a los estados de ánimo,  unos son atractivos y otros antipáticos. El estado más atractivo que hay es el de la simpatía. Practicando la simpatía con los perros conseguiremos mejores resultados y más rápido.
 

jueves, 5 de septiembre de 2013

El Clicker


El clicker es un instrumento de chapa con una pestaña que al apretarla hace ese ruido característico, un doble click-click. Ha pasado por ser un aparato para revelar la posición en el frente o en el puesto de caza a un juguete de niños. Es el aparato que de pequeños llamábamos “rana”.

En el adiestramiento canino su sonido se puede utilizar como refuerzo positivo. Pero para ello primero hay que “cargarlo”, es decir, convertir el objeto neutro que es en el momento de adquirirlo en estímulo positivo. El método a seguir es el del condicionamiento clásico, premiamos la acción adecuada, y una acción lleva a una reacción, causa-efecto en estado puro.

El perro tiene que relacionar el sonido del clicker con algo grato, un premio, juego, aceptación. Para ello podemos usar dos métodos:

-          Hacemos sonar el clicker cuando el perro esté a nuestro lado y cuando la curiosidad le haga girar la cabeza hacia nuestra mano, le deslizamos un trozo de chóped, un premio que les hace “volverse bizcos”. Después de varias repeticiones, el perro asociará el sonido con el premio y al escucharlo tendrá un arrebato de alegría producido por la subida de endorfinas. (ver entradas anteriores)

-          El otro método es para aquellos que están en contra de usar los premios como refuerzo. Consiste en acariciar el belfo del perro con el dorso de la mano, simulando un lengüetazo cuando el perro dirija su mirada al ruido. Aunque es un poco más lento a la hora de asociar el estímulo, es igual de efectivo.

Y como cualquier método de adiestramiento, fase previa del amaestramiento, para que tenga efectividad es necesario que nuestro estado anímico sea óptimo. Debemos realizar esta “carga de energía positiva” con mucha alegría y felicidad. Ya hemos visto cómo nuestro estado de ánimo es un estímulo tanto positivo como negativo para el perro. Por ejemplo, si hacemos sonar el clicker realizando alguna actividad negativa, el perro lo asociará a un refuerzo negativo y todo nuestro trabajo habrá sido en balde. Yo no lo recomendaría, por ejemplo, para tranquilizarlo en la consulta del veterinario. En ese caso mejor “no hacerle caso”. Es recomendable realizar alguna relajación previa al adiestramiento, y si nuestro estado anímico no es óptimo, dejarlo para otro día. Es mejor perder un día de entrenamiento, a la larga se gana en efectividad.

Una vez cargado el clicker podemos usarlo como refuerzo positivo, siempre acompañado de “buen rollito”, mucha simpatía y ganas de divertirse. Y lo utilizaremos como cualquier premio, en el momento en el que haga una buena acción, lo haremos sonar.

En el mercado hay muchos modelos y si vamos a una juguetería los podemos encontrar muy baratos. Pero hay una forma más barata e igual de efectiva, y que podría ser hasta más natural: Chasquear los dedos.

El chasquido de dedos llama directamente la atención hacia la mano, que es la proveedora de alimentos, lo que le hace tener el status más alto en el mundo de los perros. Con la mano podemos dar todas las órdenes del adiestramiento base y muchas del adiestramiento avanzado, todas aquellas en las que el perro tenga contacto visual con nosotros. Pero de la misma manera que el silbato sustituyó al silbido, el clicker sustituye al chasquido de dedos.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Jerarquia e inteligencia


La jerarquía e inteligencia en el mundo de los perros.

 

La idea de jerarquía dentro de una manada nos ha seducido a todos alguna vez. Ciertamente, si observamos un grupo de perros vemos que hay algunos más dominantes que otros, otros son más tranquilos, otros más juguetones. Pero, ¿es posible la jerarquía dentro de una manada de perros? La respuesta rápida es que no, y cuando analicemos lo que es la jerarquía nos daremos cuenta de que no es posible, por lo menos como la entendemos.

La jerarquía es una forma de organizar una sociedad en base a unos principios morales impuestos por la cúspide de esa sociedad, que suele tener una estructura piramidal. El ejército es una sociedad jerárquica, igual que la iglesia o un club de futbol. Debemos, y ese es el espíritu de una jerarquía, aceptar las normas, tanto organizativas como morales de ese grupo, si queremos pertenecer a esas sociedades.

En el mundo de los perros eso no se da. Pero sí se organizan siguiendo los mismos parámetros que nosotros, los humanos, juntándose en grupos de individuos que tienen un carácter compatible, y según los recursos que se encuentren en el entorno. No necesitamos mirar muy lejos de donde estamos para darnos cuenta que nuestro grupo está formado por gente con la que nos llevamos bien. Los perros también eligen sus amistades entre individuos con los que se llevan bien. Y tiene su explicación: el perro es un animal gregario que necesita al grupo para poder cazar su alimento y defenderse de sus depredadores. (Es curioso ver como a los perros les gusta correr junto a otros perros. Si tienes perro deberías experimentarlo si no lo haces) Para los perros, la unión hace la fuerza, y como veremos, en el mundo de los perros rige la ley del más fuerte.

Los caracteres básicos del perro son tres. Se denominan dominancia, sumisión e independencia.  La personalidad de cada perro depende del porcentaje que le aporte cada carácter. El perro equilibrado es el que armoniza los tres caracteres. Estos grupos y la forma de equilibrar a un perro están explicados en la anterior entrada.

Los perros forman un grupo, no una manada, pues esta tiene connotaciones familiares, que en los perros se pueden dar o no, depende de las circunstancias. Un grupo puede formarse con individuos de distintas razas, sin que haya ningún vínculo familiar entre ellos. Y no hay ningún ordenamiento moral que agrupe a los individuos, solamente la compatibilidad de caracteres, por lo que habrá que estar muy atento se teniendo perro queremos adoptar otro. Actúan según las circunstancias, y muestran el carácter según la situación, dominando, por este orden, el más fuerte físicamente, el de más fuerte carácter o el más inteligente. Siempre compiten por los recursos si merece la pena. Si tenemos un grupo de 10 perros, y les damos carne cruda de comer en un montón, el perro más fuerte peleará para comer el primero. Pero si en vez de una comida muy palatable les damos pienso seco, el perro más fuerte se mostrará indiferente ante la comida, si no tiene hambre.  Lo mismo pasa si les encerramos juntos en un chenil. Si metemos a dos perros de carecer fuerte en el mismo sitio es posible, o seguro, que se pelearán por el rincón más confortable. Por lo que a la hora de adoptar un segundo perro debemos compatibilizar esos caracteres: si nuestro perro es dominante, busquemos uno sumiso, si es sumiso, otro sumiso o equilibrado. El perro independiente suele ser desobediente, “va a su bola”. Si queremos adoptar un perro dominante, de carácter fuerte, debemos estar preparados para corregir conductas agresivas en cuanto lleguemos a casa. Lo mejor que podemos hacer a la hora de adoptar un perro es dejarnos aconsejar por un experto.

Cuando observamos estas conductas nos puede parecer que se está estableciendo un principio de jerarquía, pero no es así. Es simplemente la ley del más fuerte.

Pero, ¿se puede encontrar algún tipo de organización social dentro de un grupo de perros? Sí. Y aquí es donde entra el concepto de “líder”.

En un grupo de perros no hay un líder absoluto. El humano que vive con ellos no es líder, es el más fuerte, o debería serlo. Y ellos siguen la ley del más fuerte. Pero a veces desobedecen por diversas razones. Ya hemos comentado que el perro puede mostrar agresividad o indiferencia según el alimento que le ofrezcamos. Esto nos hace deducir que “eligen” según sus gustos o necesidades. De la misma forma, el estado de calma y sumisión sólo se manifiesta cuando el perro quiere. Ese estado de calma es el que muestra si no tiene nada mejor que hacer, cuando no recibe ningún estímulo o simplemente cuando no le interesa la actividad que se está desarrollando. Pero en determinadas circunstancias se convierten en seguidores, si hay un estímulo positivo que lo provoque, por ejemplo cuando a un “venakí” le añadimos un “toma” mostrando un premio. Ellos se suman a esa actividad que alguno ha propuesto, como un “hevistounconejo”, dependiendo de que les parezca buena idea o no, como sucede en el tiro de perros del mushing o en los grupos de caza de las realas. No es un auténtico liderazgo, pues esto significaría que existe una jerarquía, y ya hemos visto que no.

Los perros se juntan en grupos de individuos con caracteres compatibles, entre ellos se crean lazos de compañerismo y colaboran en la búsqueda de recursos y en la defensa del grupo. (Instintivamente se colocan en formación de caza cuando detectan una posible presa, formando un semicírculo que trata de rodearla cortándole las salidas, y cada uno ocupa su puesto permaneciendo al tanto de las reacciones de los otros miembros del grupo) Pero no se establece ninguna relación de liderazgo. En esta formación de caza el más fuerte o el más audaz inicia el ataque y los demás se suman. Un grupo de perros es una anarquía a la que cada uno aporta según su fuerza, carácter o inteligencia.

Y es precisamente en esa ausencia de seguidismo en donde deberíamos buscar rasgos de inteligencia en el perro. Si un perro elige hacer una cosa o no hacerla, de hacerla de una manera o de otra, de proponer alguna actividad como el juego, la caza, el paseo, es señal de que en su cerebro hay un proceso mental de discriminación de conductas y de actividades, lo que es un indicio de pensamiento abstracto. Si me paro a pensar que hacer y visualizo la acción, es signo de que soy capaz de imaginar, y por lo tanto de pensar y razonar.

¿Y de comunicarse? A razonar se aprende, y a comunicarse también, y eso lo sabemos muy bien los humanos, aunque nuestro pecado sea tratar de racionalizarlo todo. El aprendizaje del lenguaje es eso, aprendizaje. Porque una cosa es la razón y otra el racionalismo. Y los perros necesitan un código para poder expresar sus deseos.

Ese código podemos (y debemos) enseñárselo nosotros.