El clicker es un instrumento de chapa con una pestaña que al
apretarla hace ese ruido característico, un doble click-click. Ha pasado por
ser un aparato para revelar la posición en el frente o en el puesto de caza a
un juguete de niños. Es el aparato que de pequeños llamábamos “rana”.
En el adiestramiento canino su sonido se puede utilizar como
refuerzo positivo. Pero para ello primero hay que “cargarlo”, es decir,
convertir el objeto neutro que es en el momento de adquirirlo en estímulo
positivo. El método a seguir es el del condicionamiento clásico, premiamos la
acción adecuada, y una acción lleva a una reacción, causa-efecto en estado
puro.
El perro tiene que relacionar el sonido del clicker con algo
grato, un premio, juego, aceptación. Para ello podemos usar dos métodos:
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Hacemos sonar el clicker cuando el perro esté a nuestro
lado y cuando la curiosidad le haga girar la cabeza hacia nuestra mano, le
deslizamos un trozo de chóped, un premio que les hace “volverse bizcos”.
Después de varias repeticiones, el perro asociará el sonido con el premio y al
escucharlo tendrá un arrebato de alegría producido por la subida de endorfinas.
(ver entradas anteriores)
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El otro método es para aquellos que están en contra de
usar los premios como refuerzo. Consiste en acariciar el belfo del perro con el
dorso de la mano, simulando un lengüetazo cuando el perro dirija su mirada al
ruido. Aunque es un poco más lento a la hora de asociar el estímulo, es igual
de efectivo.
Y como cualquier método de adiestramiento, fase previa del
amaestramiento, para que tenga efectividad es necesario que nuestro estado
anímico sea óptimo. Debemos realizar esta “carga de energía positiva” con mucha
alegría y felicidad. Ya hemos visto cómo nuestro estado de ánimo es un estímulo
tanto positivo como negativo para el perro. Por ejemplo, si hacemos sonar el
clicker realizando alguna actividad negativa, el perro lo asociará a un
refuerzo negativo y todo nuestro trabajo habrá sido en balde. Yo no lo recomendaría,
por ejemplo, para tranquilizarlo en la consulta del veterinario. En ese caso
mejor “no hacerle caso”. Es recomendable realizar alguna relajación previa al
adiestramiento, y si nuestro estado anímico no es óptimo, dejarlo para otro
día. Es mejor perder un día de entrenamiento, a la larga se gana en
efectividad.
Una vez cargado el clicker podemos usarlo como refuerzo
positivo, siempre acompañado de “buen rollito”, mucha simpatía y ganas de
divertirse. Y lo utilizaremos como cualquier premio, en el momento en el que
haga una buena acción, lo haremos sonar.
En el mercado hay muchos modelos y si vamos a una juguetería
los podemos encontrar muy baratos. Pero hay una forma más barata e igual de
efectiva, y que podría ser hasta más natural: Chasquear los dedos.
El chasquido de dedos llama directamente la atención hacia
la mano, que es la proveedora de alimentos, lo que le hace tener el status más
alto en el mundo de los perros. Con la mano podemos dar todas las órdenes del
adiestramiento base y muchas del adiestramiento avanzado, todas aquellas en las
que el perro tenga contacto visual con nosotros. Pero de la misma manera que el
silbato sustituyó al silbido, el clicker sustituye al chasquido de dedos.
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