La ira interior es un
sentimiento que produce malestar anímico. Aunque en algunos casos es
consecuencia de algún problema orgánico, en la mayoría de los casos es un
síntoma de frustración, una especie de síndrome por el que parece que “tenemos
las manos atadas”. Y lo su efecto es devastador, pues anula la simpatía, que es
nuestra tarjeta de visita en las relaciones sociales.
Lo más frustrante de este
sentimiento es que no somos capaces de darle un origen, por lo que nos es
difícil deshacernos de él. Cuando sale fuera podemos llegar a tener algún
altercado con gente de nuestro entorno, enturbiando las relaciones familiares.
La gente de nuestro alrededor nos deja de lado, pues para ellos es “nuestro
carácter”, y no es verdad, nosotros no somos así.
Aunque los gatos
tienen un carácter más independiente, también pueden despertar nuestro lado
más tierno.
|
Pero aunque no podamos
saber su origen, y es que a veces será imposible encontrarlo, podemos trabajar
para mejorar con unos sencillos ejercicios en los que nuestro inseparable
compañero de cuatro patas es una parte importante. Es uno de esos ejercicios en
los que el perro se convierte en nuestro guía espiritual.
Los perros siempre
nos agradecerán nuestra simpatía con un gesto amable.
|
El ejercicio es sencillo: nos sentamos en una silla
y llamamos al perro con la mirada. Iremos cambiando los gestos hacia unos más
amables y/o simpáticos, o miradas que sugieran juego, caricias, aprobación. El
objetivo del ejercicio es conseguir que nuestro perro se siente delante de
nosotros sin hacer ningún gesto, sin hacer ninguna llamada de atención. Solamente
con la mirada.
El efecto del
ejercicio es inmediato si somos capaces de expresar simpatía
|
Una vez más nuestro perro
se convierte en nuestro guía espiritual. Cuando consigamos la mirada o el gesto
facial que hace que nuestro perro se acerque, y si lo hace con la cabeza
agachada y moviendo la cola, mejor, y si esboza una sonrisa es que hemos
triunfado, guardaremos esa mirada en nuestra memoria, pues será la cara con la
que salgamos a la calle la próxima vez. ¡Que
grata sorpresa os aguarda a los que superéis el ejercicio! Y los que no, no
os desesperéis, se trata de llegar a un estado de relajación. No pasa nada si
el perro no viene las primeras veces, seguramente está desconcertado. Dadle
tiempo para que se acostumbre a vuestra recién nacida simpatía.
Lo más importante es que
aprendamos que si la paz y la tranquilidad son la semilla de la felicidad, la
simpatía que mostramos hacía los demás es abono que la hace crecer grande y
fuerte.
Sed felices, es lo único
por lo que todavía no os cobran nada.
informacion de contacto en
ResponderEliminarhttp://perrosdedospatas.260mb.org/