miércoles, 3 de julio de 2013

La búsqueda de la felicidad.


Para la mayor parte de la población actual, la felicidad es una quimera. Cada día nos planteamos el porqué de tanto sufrimiento, la depresión nos aturde con sus golpes. Vamos regando la tierra con nuestro malestar.

En esa situación, es imposible evolucionar, encontrar la solución a los problemas cotidianos. Las relaciones en nuestro círculo se vuelven insoportables, pues la ansiedad y el estrés hacen imposible una relación tranquila y sosegada con la gente de nuestro medio ambiente. Ese malestar es el motor de un continuo ciclo de eterno retorno hacia la destrucción social y familiar. La depresión hace que nuestro cerebro segregue dopamina, el neurotransmisor responsable del sueño, para aletargarnos, apagar el cerebro, con el fin de poder “limpiar” la mente de todas las sustancias neurotóxicas que se han generado durante el día. Pero ahora es en estado de vela cuando los niveles de dopamina se disparan, haciendo que pedamos atención, que nos despistemos, que cometamos errores, que hagamos daño a la gente que nos importa. Podemos llegar a perder el trabajo, las amistades, la pareja, el amor, la familia. Nuestro entorno se destruye cuando el malestar se apodera de nuestra vida. Y todo aquel que alguna vez lo haya pasado mal sabe a los que me refiero. Todo el mundo te abandona.

 

Sin embargo, cuando sacando fuerzas de la flaqueza, somos capaces de plantar cara al destino, de tomar las riendas de nuestra vida, el malestar se difumina. Y es entonces cunado necesitamos marcar un nuevo rumbo a nuestras vidas. Alguien dijo una vez que la felicidad está en la consecución de pequeñas cosas: un pequeño chalet, una pequeña fortuna, un pequeño yate. Y tiene toda la razón. El sentido del humor, (sí, es cierto, espero haberte sacado una sonrisa) es el motor del bienestar, y el bienestar es el camino a la felicidad.


Pero, ¿cuál es la forma en la que se desarrolla en nuestro cuerpo?

Todo empieza con la adrenalina, que hace que tengas ganas de hacer cosas. La adrenalina es el neurotransmisor del sistema nervioso simpático, y una de sus funciones es estimular los músculos para, por ejemplo, que el corazón se contraiga, expulsando la sangre. También hace que los músculos se tensen para dar todo en un instante. Cuando empezamos un proyecto, la adrenalina es la responsable de proporcionarnos toda la ilusión del mundo para poder acabarlo. Y como premio al trabajo bien realizado, una dosis de serotonina.

 

Y el quid de la cuestión está en la serotonina, comúnmente llamada droga de la felicidad. La serotonina es la responsable de esa sensación de bienestar que tenemos cuando decimos que somos felices. Pero su labor no acaba aquí. La serotonina también estimula los centros neurológicos relacionados con el aprendizaje y la memoria, por lo que un individuo feliz es más inteligente, aprende más y mejor.

 

Y para lo más maravilloso de la serotonina reservo un párrafo aparte:

 

 LA SEROTONINA SE CONTAGIA.

 

Dicho de un modo más adecuado, y se basa en la estimulación que se produce a través de nuestros sentidos. Nuestro cerebro capta cuando una persona es feliz, y por empatía empieza a producir serotonina. ¿Nunca te has emocionado el día del sorteo de Navidad cuando sale por la tele aquel agraciado que dice que gracias al premio no le van a quitar la casa? Bueno, eso es por culpa de la empatía, y por la serotonina que produce tu cerebro ante el estímulo de la buena noticia.

 

Y en el ambiente familiar, en nuestro círculo íntimo, pasa lo mismo. Nuestra felicidad se contagia, pero también nuestro malestar.

 

Podemos transformar el ambiente de nuestra casa simplemente siendo felices.

 

Si, lo sé. Es muy difícil a veces, con la cantidad de problemas que tenemos, conseguir esa sensación de felicidad. Y para eso hemos creado este sitio. Para ayudarte a ser feliz.

 

Vamos a crear entre todos una pandemia de felicidad.

 

Pero, ¿tenemos en nuestro entorno a alguien que es feliz por naturaleza? Los que tenemos perro podemos decir sin dudar que sí. Nuestro perro es feliz sólo con estar con nosotros. Y nosotros, como ya hemos dicho que la felicidad se contagia, sólo tenemos que exponernos a ese maravilloso virus.

 

Antes de irte a acostar, a la vez que te duchas limpiándote de suciedad exterior, límpiate de suciedad interior. Sal de la ducha con una sonrisa, acuéstate con el pensamiento de que mañana va a ser un día maravilloso, que vas a encontrar el amor, el trabajo que necesitas, las fuerzas necesarias para vivir. Y cuando te levantes al día siguiente, verás como, aunque no luzca el Sol, podrás verlo a través de las nubes. Por que pase lo que pase, mañana seguro que sale el Sol.

 

 

 

 

 

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