jueves, 7 de marzo de 2013

DIVERSAS SEÑAS DEL IDIOMA DE LOS PERROS. COMO CAMBIAR CONDUCTAS 1ª PARTE


 


 

Mucha gente ha leído ya lo que se ha convertido en libro de culto para todos los amantes de los perros. Este libro es “Señales de Calma”, de Turid Rugass. La escritora describe hasta 30 señales de calma con las que el perro “dice cosas” al humano. No son las únicas. Hay muchas más señales, incluido el “no, paso”, “sígueme”, además de las señales convencionales, como el “dame”, “comida”, “rico o bien”, “malo o mal”.  Para reconocer estas señales tenemos que tener en cuenta que los perros no razonan de la misma manera que nosotros, que en ellos manda el instinto y que sólo utilizan la razón cuando el instinto se agota. Por ello tenemos que poner nuestra mente en la misma frecuencia que la suya, o sea que tenemos que usar el instinto antes que la razón. A la hora de extinguir un comportamiento inadecuado o intolerable, debemos actuar de la misma manera, instintivamente, pues la razón es mucha más lenta, necesita explicaciones y no hay tiempo de darlas. Tenemos que aplicar un “quieto” y “ven aquí” en el momento de la mala acción. Pero eso se verá más detalladamente cuando se analicen algunos de los gestos más habituales de los perros y su significado.

 

La primera es el “no, paso”. Cuando damos una orden al perro y este no quiere hacerla, por la razón que sea, baja la mirada, gira las orejas, saca la lengua como haciendo burla y se gira en sentido contrario, todo en un solo gesto.  No tiene por qué ser un comportamiento inadecuado, simplemente es una manifestación de voluntad. Si insistimos en la orden, la aceptará de mala gana. Por lo tanto, esa señal nos debería hacer reflexionar sobre si estamos dando una orden adecuada o no. En el mismo sentido hay un gesto que indica que estamos haciendo algo mal o inadecuado, lo he observado más en animales grandes, como pastores alemanes o mastines. Se ponen delante de nosotros en el sentido de la marcha impidiéndonos el paso, con gesto en cara de sumisión, orejas hacia atrás y leve sonrisa, “smiling”. Significa que hay algo en el camino o en nuestra acción que supone un peligro o no es adecuado.

 

El “sígueme” lo habremos observado más de uno. Este gesto tiene variables según el tamaño del perro, pero suele empezar con un giro de columna, enroscándose como una pescadilla, mirándonos con gesto de sumisión y “smiling”. Seguidamente miran con el cuerpo recto en la dirección que quiera ir y dependiendo del perro, un animal sumiso se situará detrás de nosotros incitándonos a andar, y un dominante se pondrá delante haciéndonos una seña con la cabeza para que le sigamos. Los dos gestos pueden ir acompañado con un ladrido o un lloriqueo. Suele significar que han visto algo y nos lo quieren enseñar, y en los perros de instinto de guardia o vigilancia, el gesto nos indica que en esa dirección hay algo que les preocupa, o algún intruso. En los perros de caza, este gesto suele indicar la dirección en el que está la presa. En el argot de los cazadores se llama “muestra”. Ese gesto de muestra es el que utilizan los perros para indicar una dirección. El rabo también juega un papel importante a la hora de determinar qué nos quiere enseñar el perro. Si es algo divertido, o viene alguien conocido, moverá el rabo de un lado a otro, o “bailará la bachata” con los cuartos traseros si el animal tiene el rabo amputado. Si lo que ha detectado es un peligro o un intruso, el rabo estará en posición horizontal o caerá recto hacia el suelo. Si lo esconde entre las piernas, es que muestra miedo del estímulo, y tenderá a esconderse detrás de nosotros.

 

Para el “rico o bien”, se relamen con gusto, mostrando después una actitud de juego, bailando con las cuatro patas, moviendo el rabo, agachando las patas delanteras, etc.,  mientras que para el “malo o mal” hacen un “no” y después se sientan dándote la espalda. Si además miran al horizonte, es que has hecho “muy mal”.

 

El “dame” es uno de los signos convencionales, por lo que cada dueño tiene su versión con sus perros. Ellos no piden las cosas, directamente las cogen, cediendo el animal sumiso su sitio al dominante. En la naturaleza el “dame” lo hacen adoptando posición de cachorro, agachándose de las cuatro patas y levantando la cabeza hacia la boca del otro perro, lamiéndole el belfo. Es una reminiscencia del animal cachorro que lame la boca de la madre para incitarla a vomitar. Yo he “convenido” con los míos en un gesto distinto que indica el dame: “siéntate”, “dame la pata”, y entonces le doy la “salchicha”. Cuando el perro quiere salchicha, o algún “caramelo”, se sienta, levanta la pata y se relame, y hace la “muestra” mirando al sitio en donde están los caramelos. Pero el dame no vale sólo para esto, también lo hacen para pedir cosas, como juguetes, agua, que enciendas la estufa, que les tapes con la manta. En general, para cualquier seña hay que entender que para ellos es más fácil, realizar una seña de origen instintivo que razonar un gesto. Para que les enciendas la estufa, se ponen al lado de esta, y te miran temblando. O para que les tapes con la manta, se ponen encima de la manta y la rascan con las patas, haciendo ruido para llamar la atención. Este último gesto también vale para que levantes algo, como una piedra, palos, tierra. Indica que hay algo que les llama la atención en ese lugar.

 

El “déjame en paz, pesao”, es una de las señas más graciosas que hacen. Cuando están tumbados tranquilos y les tiras suavemente del rabo, hacen un “no” seguido de una lamida de manos, apartándose de tu lado. Ellos entienden las bromas, pero a veces, igual que nosotros, no están de humor. Hay que saber interpretar estas señales para darles su espacio, pues a veces necesitan estar solos, por ejemplo cuando quieren echarse la siesta. Los perros no duermen como nosotros, 8 horas seguidas. Como la mayoría de los animales, dan cabezadas cuando se sienten seguros. Si llevan tiempo sin dormir, buscan un sitio apartado y escondido, o calentito si es invierno y ¡a dormir!

 

Una de las señales que he observado en los perros guardianes es la de “tranquilo, que yo me ocupo”. Te miran y con gesto sumiso lanzan un lametazo al aire, imitando el lamido de una madre a sus cachorros, para luego volver a su labor de vigilancia. Es una señal curiosa y que deberíamos recompensar si queremos que nuestro perro sea un guardián eficiente. Al reconocer su labor, le estimulamos para mejorar en esa tarea. Y como muestra, el final de este video, en el que Kira me dice "tranquilo, yo me ocupo" en un momento de alarma. Detrás de los matojos había un zorro.


y despues de desaparecido el peligro

http://www.youtube.com/watch?v=GVAUHV_UxOM

El “aquí espero”.  Esa seña es muy conocida por los adiestradores pues incitan al perro a sentarse mostrándole una golosina. El animal se sienta, pues es un gesto que indica que espera que realices una acción. También en el caso de un perro “pesao” o que muestra una actitud inadecuada, se sientan para indicar que esperan que cambie su comportamiento. Por supuesto, en el caso de que un perro nos muestre agresividad, no debemos sentarnos, pues podemos incitarle a atacar, al verse en una posición dominante.

 

El “hola, buenas” es otra seña muy conocida. Se acercan (o te esperan mientras te acercas) en actitud sumisa moviendo el rabo de lado a lado. Normalmente, cuando tienen mucha confianza, suelen poner las patas encima de la visita, o de nosotros mismos. Eso es una incitación a jugar, pues piensan que la familiaridad les da libertad para proponer juegos.

 

“Vamos a jugar”.  Esta seña la realizan agachando las patas delanteras, manteniendo levantadas las traseras. También es la posición desde la que se aprende la orden de “túmbate”, pues ningún perro en actitud dominante se tumbará mientras conserve esta actitud. Más adelante indicaremos como cambiar la actitud de un perro, tanto de dominante a sumisa, como de sumisa a dominante (esencial para extinguir el miedo). A partir de la seña de “a jugar” todo lo que pase se considera “una broma”, así que si queremos estimular al perro miedoso con juegos de pelea, debemos hacer la seña antes de iniciar el juego, y suspender este al primer indicio de sumisión. También es un “vamos a jugar” si te miran en actitud agresiva, gruñendo, mientras mueven el rabo. Normalmente hacen esta seña si se trata de un juego de perseguir o de tirar la pelota.

 

“Perdona, me he pasado”. Cuando durante el juego se les “va la mano” y hacen daño al compañero, sea este una persona u otro perro, paran inmediatamente y se acercan en actitud sumisa, echando las orejas hacia atrás y abriendo mucho los ojos como diciendo: “ups, me pasé”. Después de esto el otro perro suele hacer un “tranquilo, no pasa nada”, dándole un lametón en el labio o haciendo la seña de “vamos a jugar”, depende del carácter dominante o sumiso del perro dañado, respectivamente.

 

Una señal sonora bastante habitual, sobre todo en perros pequeños es el “¡Eh! ¡Que estoy aquí”. Normalmente es un gruñido, pero también puede ser un solo ladrido. Aunque en su mente se ven como perros grandes, el mundo les parece de gigantes, y suelen recurrir a las señales sonoras más habitualmente que los perros más grandes. Esa es la razón por la que los perros pequeños tiendan a ser tan escandalosos. La mejor manera de eliminar el ladrido inadecuado la veremos a continuación.

 

 

 

COMO CAMBIAR LA ACTITUD DE UN PERRO.

 

El error más común que comete la gente con sus perros es la de recompensar las actitudes inadecuadas, cómo cuando le cogemos en brazos cuando se muestra agresivo, y castigar las correctas que no se toman como tales, como la del gruñido como señal de atención en los perros pequeños. En general, los perros suelen ser animales sumisos que tienen muchos problemas de inseguridad, lo que les hace ser agresivos si no son socializados adecuadamente. Pero en el caso de tener un perro conflictivo no debemos tirar la toalla, todos los problemas tienen solución si tienes las herramientas adecuadas.

Cómo hemos visto, la mayor parte de los problemas surgen de la falta de comunicación o de atención entre perros y humanos. En el caso de conflicto debemos actuar de la siguiente manera:

 

-          Tenemos que descartar cualquier problema veterinario que pueda ser el causante de una conducta inadecuada, como la displasia típica del pastor alemán, que le causa cambios repentinos de humor por el dolor, o en el caso de defecaciones inadecuadas, mirar si está descompuesto y el animal no puede contenerlas. En cualquier caso, siempre que nuestro animal tenga un cambio repentino de conducta, debemos acudir al veterinario para descartar cualquier problema de salud. Aunque tampoco debemos ser pejigueras en demasía. Los perros también tienen sus días malos en los que es mejor dejarles solos. De todas maneras una conducta inadecuada es una conducta inadecuada y debe ser corregida de inmediato en el caso de darse, independientemente de que se deba a un malestar o no. El perro puede aprender que la violencia es siempre la solución, convirtiéndose en lo que se llama un animal resabiado.

-          Volvemos a lo dicho, nosotros, como propietarios somos los únicos responsables en evaluar que comportamiento es el correcto, inadecuado o intolerable, dependiendo del rol que queramos que juegue el perro dentro de la familia. Debemos recompensar las iniciativas de dominancia en caso de querer un perro guardián y corregir las conductas agresivas siempre. Hay comportamientos que son intolerables siempre aunque parezcan un juego, como el de jugar a pelear tirándose mordiscos al cuello, pues no es un juego inocente sino que busca la implantación de una jerarquía, que en el caso de no ser aceptada puede dar origen a peleas continuas.

-          En el caso de perros excesivamente dominantes, podemos ponernos un poco bruscos con ellos sin llegar a los golpes, que siempre son inútiles. Una cara de enfado cumple mucho mejor la función de regañina, y si corregimos el mal comportamiento apenas sse manifiesta con un leve tirón de correa, se erradica de inmediato. Para los perros excesivamente sumisos el proceso es el contrario. Debemos darles confianza con la habituación progresiva al estímulo, dejando que ocupen lugares de alta jerarquía, como tumbarse a nuestro lado en el sofá, o darles de comer de la mesa. (esto sólo en los primeros momentos de terapia y cómo estímulo positivo, después a comer en su plato y a dormir en su cestito). Con esto conseguiremos que el perro dominante sea más tranquilo y que el sumiso sea más equilibrado y más confiado.

 

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