Mucha gente ha leído ya lo que se ha convertido en libro de
culto para todos los amantes de los perros. Este libro es “Señales de Calma”,
de Turid Rugass. La escritora describe hasta 30 señales de calma con las que el
perro “dice cosas” al humano. No son las únicas. Hay muchas más señales,
incluido el “no, paso”, “sígueme”, además de las señales convencionales, como
el “dame”, “comida”, “rico o bien”, “malo o mal”. Para reconocer estas señales tenemos que
tener en cuenta que los perros no razonan de la misma manera que nosotros, que
en ellos manda el instinto y que sólo utilizan la razón cuando el instinto se
agota. Por ello tenemos que poner nuestra mente en la misma frecuencia que la
suya, o sea que tenemos que usar el instinto antes que la razón. A la hora de
extinguir un comportamiento inadecuado o intolerable, debemos actuar de la
misma manera, instintivamente, pues la razón es mucha más lenta, necesita
explicaciones y no hay tiempo de darlas. Tenemos que aplicar un “quieto” y “ven
aquí” en el momento de la mala acción. Pero eso se verá más detalladamente
cuando se analicen algunos de los gestos más habituales de los perros y su
significado.
La primera es el “no, paso”. Cuando damos una orden al perro
y este no quiere hacerla, por la razón que sea, baja la mirada, gira las
orejas, saca la lengua como haciendo burla y se gira en sentido contrario, todo
en un solo gesto. No tiene por qué ser
un comportamiento inadecuado, simplemente es una manifestación de voluntad. Si
insistimos en la orden, la aceptará de mala gana. Por lo tanto, esa señal nos
debería hacer reflexionar sobre si estamos dando una orden adecuada o no. En el
mismo sentido hay un gesto que indica que estamos haciendo algo mal o
inadecuado, lo he observado más en animales grandes, como pastores alemanes o
mastines. Se ponen delante de nosotros en el sentido de la marcha impidiéndonos
el paso, con gesto en cara de sumisión, orejas hacia atrás y leve sonrisa,
“smiling”. Significa que hay algo en el camino o en nuestra acción que supone
un peligro o no es adecuado.
El “sígueme” lo habremos observado más de uno. Este gesto
tiene variables según el tamaño del perro, pero suele empezar con un giro de
columna, enroscándose como una pescadilla, mirándonos con gesto de sumisión y
“smiling”. Seguidamente miran con el cuerpo recto en la dirección que quiera ir
y dependiendo del perro, un animal sumiso se situará detrás de nosotros
incitándonos a andar, y un dominante se pondrá delante haciéndonos una seña con
la cabeza para que le sigamos. Los dos gestos pueden ir acompañado con un
ladrido o un lloriqueo. Suele significar que han visto algo y nos lo quieren
enseñar, y en los perros de instinto de guardia o vigilancia, el gesto nos
indica que en esa dirección hay algo que les preocupa, o algún intruso. En los
perros de caza, este gesto suele indicar la dirección en el que está la presa.
En el argot de los cazadores se llama “muestra”. Ese gesto de muestra es el que
utilizan los perros para indicar una dirección. El rabo también juega un papel
importante a la hora de determinar qué nos quiere enseñar el perro. Si es algo
divertido, o viene alguien conocido, moverá el rabo de un lado a otro, o
“bailará la bachata” con los cuartos traseros si el animal tiene el rabo
amputado. Si lo que ha detectado es un peligro o un intruso, el rabo estará en
posición horizontal o caerá recto hacia el suelo. Si lo esconde entre las
piernas, es que muestra miedo del estímulo, y tenderá a esconderse detrás de
nosotros.
Para el “rico o bien”, se relamen con gusto, mostrando
después una actitud de juego, bailando con las cuatro patas, moviendo el rabo,
agachando las patas delanteras, etc.,
mientras que para el “malo o mal” hacen un “no” y después se sientan
dándote la espalda. Si además miran al horizonte, es que has hecho “muy mal”.
El “dame” es uno de los signos convencionales, por lo que
cada dueño tiene su versión con sus perros. Ellos no piden las cosas,
directamente las cogen, cediendo el animal sumiso su sitio al dominante. En la
naturaleza el “dame” lo hacen adoptando posición de cachorro, agachándose de
las cuatro patas y levantando la cabeza hacia la boca del otro perro,
lamiéndole el belfo. Es una reminiscencia del animal cachorro que lame la boca
de la madre para incitarla a vomitar. Yo he “convenido” con los míos en un
gesto distinto que indica el dame: “siéntate”, “dame la pata”, y entonces le
doy la “salchicha”. Cuando el perro quiere salchicha, o algún “caramelo”, se
sienta, levanta la pata y se relame, y hace la “muestra” mirando al sitio en
donde están los caramelos. Pero el dame no vale sólo para esto, también lo
hacen para pedir cosas, como juguetes, agua, que enciendas la estufa, que les
tapes con la manta. En general, para cualquier seña hay que entender que para
ellos es más fácil, realizar una seña de origen instintivo que razonar un
gesto. Para que les enciendas la estufa, se ponen al lado de esta, y te miran
temblando. O para que les tapes con la manta, se ponen encima de la manta y la
rascan con las patas, haciendo ruido para llamar la atención. Este último gesto
también vale para que levantes algo, como una piedra, palos, tierra. Indica que
hay algo que les llama la atención en ese lugar.
El “déjame en paz, pesao”, es una de las señas más graciosas
que hacen. Cuando están tumbados tranquilos y les tiras suavemente del rabo,
hacen un “no” seguido de una lamida de manos, apartándose de tu lado. Ellos
entienden las bromas, pero a veces, igual que nosotros, no están de humor. Hay
que saber interpretar estas señales para darles su espacio, pues a veces
necesitan estar solos, por ejemplo cuando quieren echarse la siesta. Los perros
no duermen como nosotros, 8 horas seguidas. Como la mayoría de los animales, dan
cabezadas cuando se sienten seguros. Si llevan tiempo sin dormir, buscan un
sitio apartado y escondido, o calentito si es invierno y ¡a dormir!
Una de las señales que he observado en los perros guardianes
es la de “tranquilo, que yo me ocupo”. Te miran y con gesto sumiso lanzan un
lametazo al aire, imitando el lamido de una madre a sus cachorros, para luego
volver a su labor de vigilancia. Es una señal curiosa y que deberíamos
recompensar si queremos que nuestro perro sea un guardián eficiente. Al reconocer
su labor, le estimulamos para mejorar en esa tarea. Y como muestra, el final de este video, en el que Kira me dice "tranquilo, yo me ocupo" en un momento de alarma. Detrás de los matojos había un zorro.
y despues de desaparecido el peligro
http://www.youtube.com/watch?v=GVAUHV_UxOM
El “aquí espero”. Esa
seña es muy conocida por los adiestradores pues incitan al perro a sentarse
mostrándole una golosina. El animal se sienta, pues es un gesto que indica que
espera que realices una acción. También en el caso de un perro “pesao” o que
muestra una actitud inadecuada, se sientan para indicar que esperan que cambie
su comportamiento. Por supuesto, en el caso de que un perro nos muestre
agresividad, no debemos sentarnos, pues podemos incitarle a atacar, al verse en
una posición dominante.
El “hola, buenas” es otra seña muy conocida. Se acercan (o
te esperan mientras te acercas) en actitud sumisa moviendo el rabo de lado a
lado. Normalmente, cuando tienen mucha confianza, suelen poner las patas encima
de la visita, o de nosotros mismos. Eso es una incitación a jugar, pues piensan
que la familiaridad les da libertad para proponer juegos.
“Vamos a jugar”. Esta
seña la realizan agachando las patas delanteras, manteniendo levantadas las traseras.
También es la posición desde la que se aprende la orden de “túmbate”, pues
ningún perro en actitud dominante se tumbará mientras conserve esta actitud.
Más adelante indicaremos como cambiar la actitud de un perro, tanto de
dominante a sumisa, como de sumisa a dominante (esencial para extinguir el
miedo). A partir de la seña de “a jugar” todo lo que pase se considera “una
broma”, así que si queremos estimular al perro miedoso con juegos de pelea,
debemos hacer la seña antes de iniciar el juego, y suspender este al primer
indicio de sumisión. También es un “vamos a jugar” si te miran en actitud
agresiva, gruñendo, mientras mueven el rabo. Normalmente hacen esta seña si se
trata de un juego de perseguir o de tirar la pelota.
“Perdona, me he pasado”. Cuando durante el juego se les “va
la mano” y hacen daño al compañero, sea este una persona u otro perro, paran
inmediatamente y se acercan en actitud sumisa, echando las orejas hacia atrás y
abriendo mucho los ojos como diciendo: “ups, me pasé”. Después de esto el otro
perro suele hacer un “tranquilo, no pasa nada”, dándole un lametón en el labio
o haciendo la seña de “vamos a jugar”, depende del carácter dominante o sumiso
del perro dañado, respectivamente.
Una señal sonora bastante habitual, sobre todo en perros
pequeños es el “¡Eh! ¡Que estoy aquí”. Normalmente es un gruñido, pero también
puede ser un solo ladrido. Aunque en su mente se ven como perros grandes, el
mundo les parece de gigantes, y suelen recurrir a las señales sonoras más
habitualmente que los perros más grandes. Esa es la razón por la que los perros
pequeños tiendan a ser tan escandalosos. La mejor manera de eliminar el ladrido
inadecuado la veremos a continuación.
COMO CAMBIAR LA ACTITUD DE UN PERRO.
El error más común que comete la gente con sus perros es la
de recompensar las actitudes inadecuadas, cómo cuando le cogemos en brazos
cuando se muestra agresivo, y castigar las correctas que no se toman como
tales, como la del gruñido como señal de atención en los perros pequeños. En
general, los perros suelen ser animales sumisos que tienen muchos problemas de
inseguridad, lo que les hace ser agresivos si no son socializados
adecuadamente. Pero en el caso de tener un perro conflictivo no debemos tirar
la toalla, todos los problemas tienen solución si tienes las herramientas
adecuadas.
Cómo hemos visto, la mayor parte de los problemas surgen de
la falta de comunicación o de atención entre perros y humanos. En el caso de
conflicto debemos actuar de la siguiente manera:
-
Tenemos que descartar cualquier problema veterinario
que pueda ser el causante de una conducta inadecuada, como la displasia típica
del pastor alemán, que le causa cambios repentinos de humor por el dolor, o en
el caso de defecaciones inadecuadas, mirar si está descompuesto y el animal no
puede contenerlas. En cualquier caso, siempre que nuestro animal tenga un
cambio repentino de conducta, debemos acudir al veterinario para descartar
cualquier problema de salud. Aunque tampoco debemos ser pejigueras en demasía.
Los perros también tienen sus días malos en los que es mejor dejarles solos. De
todas maneras una conducta inadecuada es una conducta inadecuada y debe ser
corregida de inmediato en el caso de darse, independientemente de que se deba a
un malestar o no. El perro puede aprender que la violencia es siempre la
solución, convirtiéndose en lo que se llama un animal resabiado.
-
Volvemos a lo dicho, nosotros, como propietarios somos
los únicos responsables en evaluar que comportamiento es el correcto,
inadecuado o intolerable, dependiendo del rol que queramos que juegue el perro
dentro de la familia. Debemos recompensar las iniciativas de dominancia en caso
de querer un perro guardián y corregir las conductas agresivas siempre. Hay
comportamientos que son intolerables siempre aunque parezcan un juego, como el
de jugar a pelear tirándose mordiscos al cuello, pues no es un juego inocente
sino que busca la implantación de una jerarquía, que en el caso de no ser
aceptada puede dar origen a peleas continuas.
-
En el caso de perros excesivamente dominantes, podemos
ponernos un poco bruscos con ellos sin llegar a los golpes, que siempre son
inútiles. Una cara de enfado cumple mucho mejor la función de regañina, y si
corregimos el mal comportamiento apenas sse manifiesta con un leve tirón de
correa, se erradica de inmediato. Para los perros excesivamente sumisos el
proceso es el contrario. Debemos darles confianza con la habituación progresiva
al estímulo, dejando que ocupen lugares de alta jerarquía, como tumbarse a
nuestro lado en el sofá, o darles de comer de la mesa. (esto sólo en los
primeros momentos de terapia y cómo estímulo positivo, después a comer en su
plato y a dormir en su cestito). Con esto conseguiremos que el perro dominante
sea más tranquilo y que el sumiso sea más equilibrado y más confiado.
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